Pequeñas diversiones laborales

Uno de los más sagrados derechos de todo ser humano es el derecho al trabajo , aunque nunca he entendido porque lo califican como derecho. Deberían llamarlo obligación o pasatiempo , dependiendo del grado de felicidad que te reporte . En mi caso diré que se trata de una obligación a tiempo completo que de vez en cuando reporta algún momento graciosillo.
Trabajo en la panadería de mi familia haciendo de casi todo : papeleo , limpieza y reparto de pan. El resultado es que mi vida personal ha ido cayendo en picado a medida que yo me volvía adicta al trabajo. Si , lo sé , hay que ser una perfecta tarada para acabar siendo una adicta al trabajo.
Lamentaciones aparte , una de las cosas que he descubierto en los dos últimos años , es que no sé porque extraño motivo , el género masculino se siente irremediablemente atraído por la mentada profesión o mas bien, por lo que ellos se imaginan. Un amigo me hizo la perfecta descripción al decir que le recordaba a esas mujeres italianas de los años 50 , vestidas con un ceñido vestido estampado y escotado , con el moño semidespeinado y con manchas de harina por toda mi persona. Vaya por delante que yo no hago pan y soy una chica de aspecto normal. Habrá quien diga que estoy muy buena , y habrá quien no desperdicie ni tres segundo en mirarme . Lo cierto es que desde que reparto pan, mis niveles de tonteo con el sexo opuesto han aumentado. Y la explicación a ello está en la fantasía que suscita mi trabajo. La última demostración de mi teoría ha ocurrido esta mañana. Eran las 7 cuando he llegado a un bar a dejar el pan . Estaba medio sobada ( yo hasta las 8 no aterrizo en la vida ) , con unas ojeras que me llegaban a los pies y forrada con un chubasquero que hace que parezca una mesa camilla con mantel . Vamos la mejor imagen para triunfar en una cita. Como es lógico , a esas horas tan poco decentes no había muchas personas en el bar , tan sólo el camarero con el que plaño diariamente por la llegada del fin de semana , el barrendero , el típico juliuco que maldice la hora en que le dijo a su niño que podía tener un perro y dos chicos que paerecían venir de juerga ( extraño para un miércoles , pero según parece no imposible ). El caso es que yo entré , dí los buenos días y me puse a colocar el pan. Y en esas estaba cuando uno de los que venía de juerga me empieza a dar conversación ( ¡ Con las pocas ganas que tengo yo a esas horas de hablar con nadie! ¡ Maldita la gracia ! ). El muy lumbrera empieza diciéndome lo jodido que es tener que levantarse a esas horas para currar , y justo a continuación , me suelta a bocajarro la pregunta del millón : " ¿ Haces tú el pan ?" . A lo que yo contesté con la respuesta standar que a base de repetir me sé como el padere nuestro : " Si , lo hago yo".
Que le voy a hacer , soy una mujer de nobles y tiernos sentimientos.