DE DUDAS, MIEDOS Y QUEBRANTOS
EN CADA GRIETA QUE ATRAVIESA MI CORTEZA , HAY UNA HISTORIA. EN CADA VEREDA QUE EN MI REPOSA , UNA OPORTUNIDAD. EN CADA GOTA DE AGUA QUE DE MI MANA , UNA EMOCIÓN. EN CADA VIENTO QUE ME ACARICIA , UN AMANTE. EN CADA CATACLISMO QUE ME ENFURECE , UN AMANECER. EN CADA NOCHE HAY UN DÍA , Y EN CADA TIERRA UNA EDAD.
En la década de los veinte, el ser humano vive el mejor momento creativo de su existencia. Tal vez sea porque a los veintialgo nos agobia la pregunta de cómo narices vamos a satisfacer todas esas necesidades que tenemos. Necesitamos coche, una casa distinta a la de papá y mamá, dinero para viajar, parrandear, vestir y vivir en este estupendo valle de lágrimas. Cuestiones, todas ellas, de máxima importancia. El problema es que, tal y como pinta el mercado laboral, lo más probable es que no te de ni para un paquete de pipas el fin de semana. Y claro, toca lo de siempre: elaborar uno mismo su guía de supervivencia.
Desde el comienzo de los tiempos, el hombre siempre se ha guiado por señales. Las grandes decisiones de la humanidad han sido fruto de la predicción de oráculos, adivinos, sacerdotes e iluminados que tenían comunicación directa con los dioses. Con el transcurrir de la historia, las señales, perdieron su fuerza para ser calificadas como meras supersticiones propias de gente con un escaso nivel cultural y evolutivo.
Hay momentos en los que la vida se te hace tan pesada que parece que todo se te viene encima. En esos momentos de angustia existencial, es cuando la vena más hortera me toma por sorpresa y me asalta a mano armada ante mi más absoluto desconcierto e incredulidad. Y es que si además de estar a la altura del trapo de limpiar los subsuelos, te da por cantar desde Camilo Sexto hasta el Fary pasando por Julio Iglesias, el asunto adquiere tintes demenciales. Afortunadamente para mí, soy de naturaleza optimista y los regodeos en mis miserias existenciales duran poco. Pero esta vez, se ha prolongado más de lo normal y cuando me he dado cuenta, andaba con Enigmala compartiendo pensamiento siniestros. Y claro, lo uno nos llevó a lo otro y terminamos jurando un pacto entre damas con fecha efectiva el día de nuestro entierro. Así pues, si la sobrevivo, tengo que adueñarme de su teléfono móvil, llamar a todo el mundo para dar la fatídica noticia de su muerte y leer un poema en su despedida de este mundo. A cambio, si ella me sobrevive, me despedirán del más acá, al son de los mariachis cantando "El rey", la primera canción que aprendí y canté en mi infancia.
Definitivamente, yo y la informática no estamos hechas la una para la otra. Desde que me cambié a la nueva versión de blogger, he sido incapaz de dejar ningún comentario en ningún blog. Y yo me pregunto: ¡¿qué he hecho yo para merecer esto?!
¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
Heme acá de regreso en el mundo de la gente saludable. Tras despedir a la gripe y dar vacaciones a La Insoportable, me siento como si fuese Año Nuevo: llena de propósitos y planes renovados. Y es que, entre los delirios provocados por la fiebre y mi última borrachera patrocinada por ya sabemos quien, he visto la luz. Por primera vez desde mi vuelta de Miami, noto que mi espíritu está conmigo en Santander. Cierto es que está lleno de nostálgia y recuerdos como una milonga, pero al menos es mío otra vez.
Creo que la gripe de veras terminó con la pobre Alegoria. Su sombra y yo, la vemos deambular de un lado a otro con pinta de ermitaña autista. Es como si de pronto, nosotras ya no fuesemos parte de ella. El hecho en sí no me alarmaría, si su sombra no hubiese entrado en una pseudodepresión y hubiese comenzado a contestarme con monosílabos. El asunto adquiere tintes preocupantes porque directamente, no sólo me cede el control de su sacrosanto blog, sino que me deja campar a mis anchas. No importa que eche los sayos, rayos y culebras que se atraviesan por mi cabeza. Tanta libertad me mosquea y me induce a sospechar que traman algún maquiavélico plan en mi contra.
El ser humano es capaz de alcanzar coutas insospechadas de guilipollez. Tal parece que apenas te engendran, empiezas a desarrollar un talento innato que más tarde te servirá para desenvolverte por la vida como un auténtico idiota de tomo y lomo. Y para muestra un botón.
Jajajajaja... Ahora que la gripe ha afectado seriamente las neuronas y el sentido común de Alegoria y me ha cedido el control del blog, pastaré a mi anchas.
Ahora que la gripe está arrasando con mi vida, me he dado cuenta de cuan mortal soy. Así pues, en un acto de madurez impropio de mi tierna edad, he decidido hacer testamento.
En los últimos tiempos, ante las inminentes elecciones, transitar por Santander se ha convertido en algo parecido al Paris-Dakar. En un momento de descuido, zas, la rueda se te atasca en un hoyo y estás obligado a abandonar. Bueno, en este caso, lo que te queda es rogar para que la ambulancia que lleve tu infortunado pinrel al hospital más próximo, llegue lo más pronto posible. Pero claro, si media ciudad está levantada, el tráfico se ralentiza a la velocidad de un caracol. Y ahí estás tú, tirada en mitad de una acera cualquiera, contando los latidos del pie, acordandote de varias estirpes familiares y convertida en mono de feria de cuanto transeunte se compadece de tu mala suerte.
-Buenas tardes. ¿La señorita Alegoria, por favor?
Ayer leía una noticia en la se informaba que según un estudio comparado de la literatura clásica china, india e inglesa de los siglos XVI, XVII y XVIII, los caballeros no las prefieren rubias ni morenas y mucho menos pelirrojas. Según cuentan, el color de nuestro cabello es, documentación histórica en mano, un tema secundario. Los caballeros las prefieren esbeltas. Y ello, porque los hombres se guían inconscientemente por el modelo darwinista de la perpetuidad de la especie en general y por la de sus genes en particular. ¡Mujeres del mundo, la publicidad dice la verdad: para ligar hay que ser alta, delgada y proporcionada como Eva! ¡Eso es fácil! Todo lo que tenemos que hacer es seguir practicando la dieta y matarnos a ejercicio. Pero eso sí, antes tendremos que descubrir si alguien ha inventado, realmente, una máquina para viajar en el tiempo porque tal parece, que ese estudio no ha sido adaptado a las variantes del siglo XXI.
¿Qué le ha pasado a la TV en España? Desde que he llegado no dejo de toparme con programas de prensa rosa. No hay un rato del día en el que zapees y no te encuentres con la vida familar de los Beckam, los amores carcelarios de la Pantoja o los dramas que sufren los chicos de O.T. a consecuencia de ese miembro del jurado que se dedica a entrenarle para su salida de la academia (La vida del artista es dura y cuanto antes lo sepan, mejor para ellos).
5:55 a.m. Suena el despertador. ¡Maldición! Afuera aún es de noche, la ciudad duerme y a mi me toca levantarme para repatir pan en DOMINGO. ¡Ah...qué cruel es la vida a veces! En fin, haciendo de tripas corazón y con el desayuno atascado en el gaznate por las prisas, llego al trabajo, dulce trabajo.
Ver para creer. Después de años y años celebrando las campañadas de Año Nuevo con tragos de cava, resulta que mi señora madre, ha decidido este año, tirar la casa por la ventana y ha comprado uvas para toda la familia. Según nos ha contado, la culpa la ha tenido la chica de la frutería. Se lo ha pedido con tanta gracia, que no ha podido negarse. ¿Pero mamá, por qué caracoles tenemos que empezar el año atragantándonos con las jodidas uvas? Si lo del cava es muy fácil. Además, si confundes las campañadas con los cuartos, lo peor que te puede pasar es que te enchispes de más. Pero si te comes una uva a destiempo, cargas con un año entero de mala suerte. Y no es que una sea supersticiosa. Lo que pasa, es que hay ciertas cosas con las que mejor, no se juega.
Hoy me siento afortunada. Pasados dos días de Navidad, han desaparecido las sobras de los langostinos, la merluza en salsa marinera, los caracoles, los turrones y casi, hemos liquidado el pollo. A este ritmo, calculo que nos dará tiempo a comer el sábado comida recién cocinada. Vamos, lo justo antes de que a mi señora madre cocine para 30. Lamentablemente, en mi casa no llegamos a 10. Así que la cosa pinta clara: una semana más a sobras hipercalóricas. Todo muy rico. Tanto, como las dimensiones que están adquiriendo mis michelines. Pero es que en estas fechas, ¿ a ver quién es el guapo que se pone a régimen?
Una de las cosas que más me llama la atención en Navidad, es la aficción del ser humano al pecado capital de la gula. Vale que comer y beber sea absolutamente placentero, que el refrán diga que "comer y sober, todo es empezar"; que sea la perfecta excusa para airear los trapos sucios de la familia..., pero lo que no entiendo, es el gusto de la gente por llegar a los hospitales echando hasta la primera papilla. ¿ Qué tiene de divertido correr a urgencias medio muerto gracias a una indigestión o a un coma etílico?
Hace una semana que tengo el mismo sueño: estoy en casa, en Santander. Mi vieja vida ha retomado su monotonía y los agobios de hace seis meses son los mismos. Todo tiene un aire de irrealidad. Es mi pasado queriendo tomar las riendas de mi vida.
Lo más curioso de la vida, es las vueltas que da. Tras años de ver en series y películas la graduaciones al estilo estadounidense, me tocó vivir una. Y sí, confieso que me emocioné y estuve a punto de verter alguna que otra lagrimita. A Dios gracias, me controlé y no me ví en el engorro de comprobar si mi rimel es a prueba de agua. Fue una mañana de alegría porque representaba todo lo que habíamos superado para llegar a ese momento. Pero también fue un día de despedidas. Cerramos seis meses estupendos llenos de sufrimientos, de dudas, de retos, de superaciones personales y de autodescubrimientos. Hoy somos personas distintas. En algunos los cambios se notan más que en otros. Pero todos y cada uno de nosotros, llevamos la impronta del Taller Telemundo Escritores 2006. Llevamos las huellas de nuestros profesores. Ellos nos forjaron y nos trajeron a este día y a este momento. Gracias a Mimi, Ana, Susana, Juan Marcos, Roberto y Luis hoy somos un comienzo.
Según cuenta mi hermana, de niña, mi pasatiempo favorito era llorar. Mi caudal lacrimógeno era tan abundante y común, que ella y su mejor amiga me apodaron "la ambulancia". Con los años, mi torrencial dramático se redujo a la vergüenza. Y hoy, una de las cosas que más destesto hacer, es llorar en público. Confieso que en los entierros repaso mis conocimientos en arte, que en las películas, especulo sobre la vida del actor y que ante los dolores ajenos, me impermeabilizo bajo el pensamiento de que son las cosas de la vida. Mi inmunización ha llegado a tal extremo que sólo me permite llorar en tres situaciones:
"Comprar un piso cuesta el sueldo íntegro de una persona durante 9 años".
Mi sombra y yo hemos reñido. Ha sido una bronca tan fea que hasta La Insoportable ha tenido que intervenir para poner paz, a su manera claro. Nos ha arreado una patada en nuestras reales posaderas y nos ha echado de casa.
Yo pertenezco a esa generación que, en los albores de su adolescencia, se recreó las pupilas con el albañil de la coca cola. Aquel tipo que a las 11 en punto, se tomaba un descanso, se quitaba la camiseta y se bebía el susodicho refresco, mientras una feminas gozaban del espectáculo desde la oficina de enfrente.
Estábamos de lo más feliz en Miami. Todos tranquilos, disfrutando del sol, el calor y el gran placer de escribir. Todo era perfecto hasta que el PITCH se atravesó en nuestro destino.
Bueno, Alecia me retó y yo lo acepto. Ahora bien, eso de contestar a todas las preguntas con un sólo artista, me parece faltar a mi persona. Así pues, paralelamente, responderé lo que realmente quiero. El grupo que elijo para la versión original es Estopa. Para la versión apócrifa varios
Hoy me he levantado en un latido suspendido en el espacio y el tiempo. Siempre que tengo esa sensación, sé que algo va a pasar. Mi sexto sentido me advierte. Y ese latido, es una premonición. Algo se está tejiendo y explotará con la fuerza de un volcán en erupción.
Nunca he tenido una premonición que no se haya cumplido. Más tarde o más temprano, sucede algo que esperaba. La de ahora también pasará. Lleva tiempo forjándose. Latiendo con baja intensidad, pero está mañana me ha despertado dándome los buenos días y anunciándome su proximidad. Ahora estoy preparada para enfrentarla. La rueda del destino ha girado y la fortuna ha sido repartida.
Siempre he pertenecido al género despistado. Apenas me levanto y tomo conciencia del mundo que me rodea, me sumerjo de lleno en mi propia imaginación. ¡Soy la reina de los mundos de Yupi! Como es lógico, al andar en semejante estado de introspección, no me entero de lo que ocurre a mi alrededor.
Una de la mejores cosas que tiene Miami es su clima. Como podréis comprender, a una chica como yo, (criada en el Norte de España donde el verano dura dos meses y medio con un poco de suerte), le parece maravilloso poder ir a la playa en pleno mes de Octubre. Máxime cuando la temperatura ambiental es de treinta y pico grados. Que queréis que os diga. ¡Adoro Miami!
Efectivamente, una de las chicas que está en la foto soy yo.
Alguien debería exterminar los domingos por la tarde de la faz de la tierra. Son lo peor de la semana. Ni tan siquiera le gana el lunes, aunque admito que le sigue de cerca. Y es que tal parece, que si no tienes pareja, el domingo se encarga de recordarte cuán miserable es tu vida de soltera.
En cuanto abres los ojos a eso de las 2 de la tarde, víctima de tus quejadumbrosas tripas, te recibe el primer golpe del día. Es en esos instantes, cuando empiezas a repasar mentalmente, la cantidad inhumana de alcohol que consumiste la noche anterior. Bien, un par de vinos, otro par de cervezas, un mojito y... algo más que no consigo recordar. ¡No fue tanto! ¿Verdad?...Vale, sí, se me pasó la mano y me tomé unos tragos de más, pero soy joven y aún puedo superar esto. Lo mejor para la resaca es comer copiosamente. Pero claro, faltaría más, sería la solución perfecta si no fuese porque el simple hecho de pensar en ingerir alimento sólido, te provoca investigar de qué estaba hecha tu primera papilla. Así pues, haciendo de tripas corazón, te arrastras hasta la nevera e ingieres cualquier cosa que te permita atiborrate de aspirinas y regresar a la cama.
Para cuando te despiertas a media tarde, eres una persona nueva. Además, hace una preciosa tarde para caminar y festejar la vida. Vamos a ver quién se anima. Desculgas el teléfono y empiezan los: "lo siento. Quedé con mi Churri". ¡Maldición es el día del pariente y tú no tienes con quien quedar porque sólo eres una costilla descarriada con restos de resaca!
Entonces, haciendo honor a tu condición de soltera y sóla en la vida, prendes la tele y te regodeas en la porquería de programación. ¡El año que viene me hago fan del equipo de fútbol de mi ciudad!
La última vez que la expulsé, le dije claramente que no quería volver a verla. Me había hecho sentir como un ser rastrero y miserable. Y francamente, no quería repetir la sensación.
Efectivamente, mañana por la mañana comenzaré un nuevo periplo transoceánico. Lo que nos depare el destino, sólo los Dioses lo saben. Por mi parte, prometo ir relatando mis aventuras.
No quiero poner los dientes largos a nadie. Así pues, seré breve. La experiencia fue maravillosa. Me encantó estar dos horas y cachito a remojo.
A veces, los seres humanos tardamos unos días en asumir ciertos acontecimientos de nuestras vidas. Es como si todo el dolor, o la felicidad de un momento, quedasen suspendidos en espera de captar nuestra atención.
Enfrascada andaba en todo el follón de recopilar cosas para preparar nuevamente mi maleta, cuando me he dado una vueltita por mi blog. Lo sé. Le tengo semiabandonado. Cuelgo pocos post y ultimamente son todos un tanto aburridos. Vamos, carentes de mi ironía habitual.
Ya estoy nuevamente en marcha. Parezco la Piquer. Todo el día con la maleta de un lado a otro. Y esa es la menor de mis preocupaciones. Pampúrrias me dan cada vez que pienso que pasaré 9 horas de vuelo transoceánico, 7 de espera en Londres y otras 2 más de vuelo, antes de pisar suelo español. Del viaje en coche hasta casa y la vuelta al mundo cruel de la realidad, no hablaré hoy.
Y es que una se aficiona a lo bueno. El sol, el calor, escribir, la vida de estudiante con sus pros y contras...y claro, tener que volver a ganarse el pan como lo hacías antes de estas pseudo vacaciones, pues es duro.
Además, está el desarraigamiento. En dos meses, una conoce gente, hace amigos, adquiere nuevos hábitos y manías, se acostumbra a otros sabores, a otras expresiones... Vamos, que una que es de naturaleza nostálgica, se encariña con todo, y luego tiene el descaro de volver a su país y a su gente, a padecer morriña.¡El colmo del absurdo!
Por el momento, voy mentalizándome para recuperar mi cultura española. Ahora la tengo contaminada por las maravillosas influencias hispanoamericanas. Tanto es así, que en todos los e-mails que recibo, hay una referencia a mi peculiar estilo literario. Supongo que una vez que este allá, no me costará trabajo recuperar el "tío", el "chungo" y demás prosa peninsular.
En estos instantes de mi vida, con lo que me siento más identificada es con un espantapájaros. Llevo una semana sentada frente a la computadora, aporreando teclas sin cesar mientras trato de dar forma a dos historias. Espanto los fantasmas que sobrevuelan a mi alrededor burlándose hasta de mi sombra. Mi cabeza está constantemente ocupada y mi cerebro empieza a parecer una naranja esprimida.
De hecho, lo único que me mantiene cuerda es la llegada del lunes. Sueño que es lunes; entrego mis dos historias y puedo irme de parranda. Será la perfecta despedida de Miami. Lo que necesito antes de terminar la maleta, subirme al avión y regresar a España.
Tal parece que está escrito en mi destino, que yo y los autobuses no tenemos una buena relación.
Por "h" o por "b", a mi siempre me toca el bus de los city tours. En Santander me corresponde el nueve, a quien yo llamo el bus fantasma porque nunca se sabe cuando pasa. Una lo espera y lo espera...y cuando el desgraciado aparece, ya has enraizado en la tierra. Y si tienes suerte, no mermas un centímetro fruto de la congelación. Para que vamos a engañarnos, estamos en el Norte y hace frío en invierno.
En Miami, el bus que lleva mis huesos hasta el College, es el 27. Por fortuna para mi, la parada sólo está a cinco minutos de la casa. Así que en cuanto son las 4:30pm, servidora, con una puntualidad inusual, sale de su cutreduplex y espera, pacientemente, bajo un sol de justicia y la agradable temperatura de 40º, a que la carroza municipal pase a recogerla.
Una vez instalada, comienzo mi períplo de una hora hasta mi destino. A estas alturas de viajes, ya me han llevado desde Fernando Alonso hasta Fitipaldi, pasando por Carlos Sainz. Como sabeis, todos ellos virtuosos del volante. Pero hay un detalle que los originales no hacen, y es poner a un colectivo de viajeros a bailar "Paquito el chocolatero". Es genial. Tú te subes y comienza el pasodoble:
Paquito...el Chocolateroooo
Paquito...tarararararaa
Paparaparachammm
Freno. Todo el mundo hacia delante. JE, JE, JE, JE...
Acelero: Todo el mundo hacia atrás. JE, JE, JE, JE....
Y vuelta a empezar. Asi durante una hora. Bien sabe Dios, que a mi me parece muy gracioso bailar la canción de Paquito en todas las bodas y demás pachangas a las que voy. Pero por caridad, no resisto un envite más. Mi cuello padece, mi espalda se lamenta y mis huesos suenan como castañuelas de dolor. Hasta tal punto he llegado, que tengo complejo de Muro de las Lamentaciones.
Pero una cosa es cierta, estos días de viajes me han ayudado a comprender la alegría de Colón al descubrir América. Me explico. Cerca del College, hay una gasolinera de la Shell que es para mi, lo que Rodrigo de Triana fue para Colón: el grito de ¡TIERRA A LA VISTA! y el fin de sus quebrantos.
Otra de esas rarezas del recorrido, es el paisaje.Pasamos por la zona más fea de todo Miami. Esa que no ponen en los folletos turísticos por obvias razones. Y para colmo, todos, pero todos los días, nos toca tren. Se bajan las vallas y a mirar. El martes nos tocó ver cajas de camiones, el miércoles, materiales de construcción, el jueves no nos dejaron verlo (aguafiestas) y el viernes, nuevamente, material de construcción.
Lo bueno de todo, es que no voy a tener que volver a subirme al 27 por un largo tiempo. Se han acabado las clases y con ellas, los paseos en bus. A todos aquellos que me evitaron los sinsabores del transporte urbano en Miami y en Santander, GRACIAS.
Pero si una se pone a comparar el 9 de Santander con el 27 de Miami...Uffff. Prefiero el 9. Más que nada porque tarda un cuarto de hora menos y tiene mejores vistas.
Si no lo veo, no lo creo. La delincuencia en Miami es, o de lo más violento, o de lo más estrambótico. Para que comprendais mi estupefacción, pondré un ejemplo.
Ayer deambulamos por la casa como ánimas en pena. Era nuestro tercer día sin TV y para ayudar, el día amaneció lluvioso. Para no faltar a la realidad, no llovía, diluviaba. Y nosotras aquí. Sin poder salir a la calle. Sin poder matar el aburrimiento. Calculando el momento en que podrímos realizar nuestro gran proyecto del día: hacer la compra en el supermercado.
Como vereis el plan era fascinante. Y en honor a la verdad lo gozamos. No por el hecho de ir a hacer la compra. Más bien, fue por la cena que nos metimos a la nada conveniente hora de las 8 de la tarde. Y en esas estabamos, en la sobremesa, hablando de lo divino y lo humano cuando llamaron a nuestra puerta los Reyes Magos.
Ya sé que no estamos en enero.
Ya sé que los Reyes Magos eran de Oriente.
Ya sé que traían oro, incienso y mirra.
Ya sé que esto es Miami y no Belén.
Ya sé que viajaban en camello y no en coche.
Pero para nosotras los Reyes llegan en coche, en el mes de julio; son cubanos; viven en Miami y traen televisiones.
Juro que brincamos como dos niñas. Estabamos tan emocionadas que nos dieron las taitantas de la madrugada embobadas frente a ella.
Ely, Erick, gracias por prestarnos el televisor. ¡Sois unos Reyes Magos grandiosos!
¡Dos días!
Yo me crié con dos leyes inquebrantables.
Desde que llegué a Miami hay una duda que me ronda la cabeza. ¿ Los españoles somos infieles? La impresión que yo tengo , me lleva a pensar que no somos muy dados a poner los cuernos a nuestras parejas. No digo que no haya quien practique la infidelidad. A lo que me refiero , es que no está entre nuestros hábitos culturales.
¿ Alguien me puede arrojar un poco de luz sobre la cuestión?
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